El olivo es uno de los más árboles más conocidos en todo el mundo, no solo por su resistencia e innegable belleza, sino también por su producción de aceitunas, un alimento base de la dieta mediterránea. Así que, al cultivarlo, necesitarás conocer los cuidados del olivo para que pueda crecer sin problemas.
Aunque es un árbol fácil de mantener, aprender cómo cuidar un olivo te permitirá conocer cuáles son sus requerimientos específicos para un crecimiento saludable y su buena producción de frutos. Así que, a continuación, te explicaremos todo lo que necesitas aprender al respecto.
¿Por qué deberías sembrar un olivo?
Sin duda alguna, el cultivo del olivo es una excelente elección para cualquier persona que desee un árbol frutal resistente y de gran valor ornamental. Además de su atractivo visual, ofrece aceitunas que pueden consumirse directamente o transformarse en aceite de oliva, aportando un beneficio gastronómico considerable.
Otro motivo para plantar un olivo es su capacidad de adaptación a diferentes climas y su longevidad. Un olivo bien cuidado puede vivir cientos de años, convirtiéndose en un legado para futuras generaciones, por ello se presenta como uno de los árboles más rentables para sembrar en casa.
Principales cuidados del olivo
Si ya te has decidido a sembrar este árbol en tu jardín, es fundamental que conozcas los cuidados del olivo para garantizarle todo lo que necesita para crecer. Pero tranquilo, sus cuidados son muy básicos y sencillos de aplicar. Algunos de los más importantes son:
1. Tipo de suelo ideal
El tipo de suelo idóneo para el olivo, tanto si lo vas a sembrar en maceta, como si lo vas a sembrar directamente en la tierra del jardín, es un suelo que esté bien drenado, de preferencia con un pH neutro o ligeramente alcalino.
También es importante evita los terrenos arcillosos o con retención de agua, ya que pueden propiciar enfermedades radiculares. Una mezcla de arena y materia orgánica es ideal para garantizar un buen desarrollo radicular, por lo que un sustrato universal puede bastarte para su plantación.
2. Ubicación y clima
Al tratarse de un árbol de origen mediterráneo, el mismo puede adaptarse con facilidad a climas cálidos y secos, similares al clima mediterráneo al que está acostumbrado a crecer.
Eso sí, debes tener en cuenta que este es un árbol que prefiere una exposición directa al sol, con al menos seis horas de luz diaria. En climas más fríos, es recomendable protegerlo de las heladas intensas, especialmente durante sus primeros años de vida.
3. Frecuencia de riego y cantidad de agua
El olivo es un árbol resistente a la sequía, pero durante sus primeros años de crecimiento necesita un riego regular. En climas secos, se recomienda regar una o dos veces por semana. Una vez establecido, puede sobrevivir y tolerar lluvias estacionales y riegos esporádicos en épocas de calor intenso.
No obstante, tienes que tener mucho cuidado con el exceso de agua en cada riego, ya que el encharcamiento es uno de los principales enemigos del olivo, porque favorece la aparición de hongos y enfermedades. Para evitarlo, asegúrate de que el suelo tenga un buen drenaje y reduce el riego en invierno o en periodos de alta humedad.
4. Poda del olivo
La poda es fundamental para la salud del olivo y su producción de frutos. Se recomienda podar a finales del invierno o principios de la primavera, antes de la brotación. Al podarlo deberás eliminar todas las ramas secas, enfermas o mal ubicadas para favorecer la entrada de luz y aire en la copa del árbol.
Existen varios tipos de poda: de formación, para dar estructura al árbol joven; de producción, para estimular la fructificación; y de renovación, para recuperar árboles viejos o descuidados. La clave es no podar en exceso, ya que puede afectar su capacidad de producir frutos, con dos veces al año será más que suficiente.
5. Fertilización del olivo
Otro de los cuidados del olivo esenciales es su fertilización. Este árbol necesita nutrientes como nitrógeno, fósforo y potasio. Así que, le vendrá bien un abono orgánico durante los meses que van desde la primavera hasta el otoño, para así reforzar la salud del árbol y mejorar su producción.
Las hojas amarillas pueden indicar falta de nitrógeno, mientras que un crecimiento lento puede ser señal de carencia de fósforo. Si notas estos síntomas, ajusta el uso de fertilizante según las necesidades de tu árbol.
6. Recolección y cuidados post-cosecha
La recolección de aceitunas se realiza en otoño o invierno, dependiendo de la variedad y el uso que se les quiera dar. Para aceite, se recolectan cuando están maduras, mientras que para conservas pueden cosecharse un poco antes.
Tras la cosecha, las aceitunas deben procesarse rápidamente para evitar que pierdan calidad. Si se destinan a consumo directo, es necesario curarlas para eliminar su amargor natural. En el caso del aceite, deben prensarse en las 24 horas siguientes a la recolección.
Conclusión
Al aplicar los cuidados del olivo, podrás cubrir sus necesidades básicas y disfrutar de un árbol fuerte y sano durante mucho tiempo. Con una buena atención y mantenimiento, este árbol puede brindar una abundante cosecha de aceitunas y aportar un toque mediterráneo a cualquier espacio.